Don Bosco en su afán de evocar lo que Jesús y María le dieron como encargo de educar y guiar a los jóvenes en su sueño de los nueve años, nos hace pensar hoy en día sobre la importancia del llamado y del acercamiento que el educador salesiano debe tener al lado (no delante, ni detrás) de los destinatarios.
Los educadores deben estar siempre junto a los "hijos de María": los jóvenes, con una mirada dulce, paterna y misericordiosa, al estilo cristiano y mariano.
La educación salesiana tiene sus pilares fundamentales en el sistema preventivo ideado por Don Bosco, el mismo que prevalece como razón, religión y amabilidad en cada acción educativa de los educadores que se comprometen en el servicio educativo de los jóvenes en nuestras aulas, parroquias, grupos juveniles, grupos formativos, etc.